El nuevo zapato de Pablo Iglesias

Carlos Rodríguez Nichols

Podemos, en los últimos días, ha dado un giro ideológico hacia un centro izquierda. Los chicos rebeldes e irreverentes, según etiquetas de Monedero, ex director y uno de los fundadores del partido, han modificado su corpus ideológico, comprometido hasta hace unos meses con los indignados y menos favorecidos de la sociedad, hacia un discurso político más atractivo a un espectro más amplio del electorado.

Un giro, de aquel mensaje anti sistema de una izquierda radical, a un nuevo programa de gobierno más apegado a una realidad, quizás, no partidista, pero más afín a la realidad de gobernar más allá de las promesas de campaña.

Se puede también pensar que este desplazamiento de una izquierda radical a un cetro izquierda es un cálculo político para atraer al sector menos conservador del PSOE, que no se identifica con el planteamiento de Pedro Sánchez, a pesar de contar con el apoyo incondicional de Felipe González.

Si se parte de la premisa que la intención de este movimiento ideológico de Podemos tiene la finalidad de abarcar el sector electoral del PSOE consonante a Zapatero, entonces, en este caso, se abre la interrogante del lugar que ocupa el ex presidente de gobierno Rodriguez Zapatero, dentro de su propio partido, de cara a las próximas elecciones generales. Pareciera que, tanto a nivel partidista como internacionalmente, los pesos pesados del PSOE, González y Zapatero, están navegando por diferentes aguas, pero especialmente en otra dirección.

Una vez más, surge la pregunta si el supuesto giro de Podemos es una maniobra electoral para conseguir una mayor afluencia de votantes o es, más bien, una pérdida de dirección: una desfocalización de los valores y ejes partidistas?

Es aquí donde cabría preguntarse si Podemos tiene una clara diferencia entre ideología, ideales e idealismo o si, por estar apenas gateando en la arena política, intenta enredar a la opinión pública en su propio embrollo, en una suerte de novatada que cuenta con el respaldo de un porcentaje, nada despreciable, del electorado.

Y Monedero, ¿está fuera de este tinglado o simplemente está jugando al escondite?; al juego de: “te escondes un rato y cuando yo me distraigo sales de nuevo”. Si es así, de esta forma, el ex director de Podemos tomaría distancia, por un tiempo, de sus propios escándalos con hacienda, del vínculo con el régimen maduro-chavista venezolano y se diluiría el imaginario de una izquierda radical. Después de todo, pareciera que se trata de captar votos, especialmente, en tiempos de encuestas a la baja.

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