La pérdida de libertad en Kafka
En el Proceso de Kafka se evidencia la relación del sujeto con lo institucional, en este caso la justicia, y todo el engranaje burocrático al que el individuo se expone al vivir dentro de una organización social. Organización que le proporciona beneficios a los ciudadanos, pero al mismo tiempo los somete a sus ordenes y mandatos.
Una de las virtudes de la obra kafkiana es su capacidad de introducir al lector en una lucha de opuestos o conceptos antagónicos: individuo versus institución; la libertad subjetiva en contra posición al orden establecido.
El individuo al ser parte de un núcleo familiar y de una organización civil debe de alienarse a, en palabras de Jean Jacques Rousseau, una “voluntad general”; lo que implica una pérdida de libertad o más bien una renuncia a la idea de una supuesta completud de libertad.
En las organizaciones civiles existen jerarquías, desde aquellas de carácter paterno-filial como también a nivel de la organización estatal donde el ciudadano se debe “encadenar” a las normas institucionales. Esta suerte de enajenación condiciona al sujeto a una serie de preceptos religiosos y profesionales, especialmente en la época en que Kafka se desarrolló como hombre y escritor.
Por lo tanto, más allá del proceso judicial que se pone en juego en la novela, lo medular del Proceso es el enfrentamiento del individuo a la pérdida de su propia libertad al ser parte de un orden público.
La persona que se revela al sistema y al orden social es un especia de insecto, como aquel de Metamorfosis, un bicho cohabitando en un mundo de humanos: una pérdida de identidad individual coaccionada por el entorno, por el medio social que cuestiona al que se aleja del control civilizatorio.