GRECIA: UN CAOS POLITICO Y ECONOMICO

Carlos Rodríguez Nichols

La actual situación que viven Grecia y las naciones que conforman la Unión Europea es una de la más serias desde su creación. No se trata de señalar a buenos y malos, víctimas o verdugos; sino más bien, de entender que tanto los países del Eurogrupo como la nación helénica son actores en la arena política internacional. Actores con intereses que se remontan a la historia y cultura de cada uno de ellos: intereses de carácter político, económico, geopolítico y estratégicos, en un mundo globalizado y estrechamente inter-conectado.

Si nos remontamos al final de la década de los cincuenta, a los albores de la creación de la Unión Europea, ésta se fundó con el fin de crear un bloque político y económico que fuese competitivo con el poder de las dos superpotencias de entonces, Estados Unidos y La Unión Soviética, durante los años de la Guerra Fría.

En un principio, Alemania, Francia, Italia y los Países Bajos fueron las naciones que sembraron las bases de lo que se convertiría en una sólida fundación de naciones y que, eventualmente, compartirían una moneda única. La UE es una organización internacional en aras de la integración y gobernanza de los Estados de Europa con un sistema jurídico y político regidos por una cooperación multilateral continental por medio de políticas comunes en un régimen de democracia representativa. En la década de los ochenta se incorporaron otras naciones europeas, entre ellas Grecia y España.

Al poco tiempo de la entrada de Grecia a la UE, las naciones que conforman el Eurogrupo realizaron que fueron fraudulentamente engañados por la nación helénica que, desvergonzadamente, presentó a la UE información inexacta de su realidad macroeconómica. De ahí, la importancia de conocer, exhaustivamente,  a los actores que participan permite concretar operaciones que resulten beneficiosas para las diferentes partes implicadas.

Más allá del engaño perpetuado por los políticos griegos de entonces, la realidad económica de la nación helénica impedía que fuese competitiva dentro de los parámetros establecidos por la UE. Esto implicó un endeudamiento con acreedores pertenecientes al Europgrupo que, quizás sin las suficientes restricciones necesarias, se abocaron a brindar apoyo financiero: un rescate financiero y no un acto humanitario o un gesto de filantropía, que implica el acuerdo y la responsabilidad de Grecia de hacer los pagos correspondientes a los préstamos otorgados.

Es el país receptor, en este caso Grecia, el que debe asumir la carga económica de la amortización de la deuda. Por eso, la importancia de cuantificar la renta nacional del país receptor: los políticas fiscales, recaudación de impuestos y derechos de aduanas relacionados a determinados productos, con el fin de prever y cuantificar el dinero destinable a la amortización de dicha deuda. Solamente un plan de reconstrucción que cumpla con estos requisitos, en forma realista, puede ser sostenible a largo plazo.

La inestabilidad política de Grecia, ahondado a una desorganización estructural y a gastos desmedidos de cientos insumos: gasto militar, jubilaciones a una edad menor a los sesenta años, un pobre sistema de recaudación de impuestos y un aparato burocrático inmanejable, han producido un descontrol económico insostenible. Este panorama impide a la nación helénica tener un crecimiento económico y mucho menos la posibilidad de hacer frente a las deudas que, como una bola de nieve, se han multiplicado.

Debido a este caos político y económico de Grecia, en los últimos siete meses ha habido una fuga de capitales de alrededor de cuarenta mil millones de dólares, cuarenta billones de dólares; de los cuales, se calcula que veinte billones dejaron las arcas griegas tres semanas después de que el presidente, perteneciente a la izquierda radical, Alexis Tsipras, tomase posesión como jefe de gobierno. Un hombre con un incuestionable carisma que ha dirigido su política en defensa de los indignados que, según su discurso político, han sido masacrados por las medidas de austeridad impuestas por el Eurogrupo, con el fin de reorganizar la economía helénica.

Indiscutiblemente, el actual presidente Tsipras heredó un contexto político regido por la corrupción e intereses creados tanto de los políticos y empresarios griegos como por los acreedores europeos que han obtenido un rédito financiero de esta delicada situación; situación que afecta tanto a Grecia, a las naciones europeas y, en última instancia, también a los países de oriente y occidente que tienen intereses en la nación helénica: geopolíticamente, una posición estratégica a nivel mundial.

No se trata, a este punto, de señalar o enjuiciar al entonces fraudalento comportamiento de Grecia para pertenecer a la Unión Europea. Tampoco se trata de crucificar a los acreedores europeos como viles mercaderes desalmados que no les interesa más que sanar sus finanzas. En todo caso, si de hacer un juicio se trata, habría que responsabilizar tanto a unos como a otros por los abusos cometidos sin pensar en la repercusión, a largo plazo, que estas truculentas actuaciones tendrían en el pueblo griego; especialmente, en lo más desfavorecidos.

Por lo tanto, es conveniente, para el mundo, un arreglo de la situación económica de Grecia. Esto requiere departe de la nación helénica un comportamiento responsable como miembro de la Unión Europea. Para ello, es necesario poner fin a las bravuconadas y actos de matonismo populista del actual Jefe de Gobierno griego y de su Ministro de Finanzas que, por sostener promesas electorales difícilmente viables, están llevando a la Unión Europea y al pueblo heleno al borde del precipicio.

About Carlos Rodríguez Nichols

Soy Carlos Rodríguez Nichols
This entry was posted in Uncategorized. Bookmark the permalink.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s