Carlos Rodríguez Nichols
La educación es una de las herramientas más valiosas del hombre para lograr un desarrollo de las facultades intelectuales, una movilización social y, en algunos casos más específicos, un refinamiento de los sentidos. Es la base constitutiva de un enriquecimiento personal y del progreso de una nación.
¨El incremento del saber permite comprender mejor las múltiples facetas del propio entorno, fortalece la curiosidad intelectual, estimula el sentido crítico y posibilita una autonomía de juicio¨. (UNESCO).
Ahí, la importancia de preparar buenos educadores que cuenten con una rica formación, capaces de transmitir su conocimiento y valores, en el proceso constructivo de futuros ciudadanos responsables.
No se trata solamente de lograr el menor número de analfabetismo, algo que no es un tema menor, como una re-valorización de la educación en su conjunto: el lugar del maestro como formador de maestros y el lugar del maestro en relación directa con el conocimiento de los estudiantes. Un replanteamiento del sistema educativo en que se debe perfeccionar el arte de enseñar y de aprender.
La función preponderante del maestro dentro de la construcción social requiere de una mayor rigurosidad: primeramente, una mejor preparación del cuerpo de educadores y posteriormente una revisión minuciosa de las técnicas de aprendizaje que se transmiten a los educandos. Es imposible pretender contar con un buen sistema educativo si éste está constituido por incompetentes profesionales y por mentes mediocres que confirman la mediocridad.
Se ha dicho y comprobado que la educación es la mayor fuente de superación de los individuos como personas y ciudadanos. Por lo tanto, es necesario exigir una mayor excelencia de los maestros, formadores de lo más valioso de la sociedad: la calidad humana.