Carlos Rodríguez Nichols
Si en la actual masiva migración se deja el corazón y la emocionalidad a un lado, nos encontramos racionalmente ante una situación de inenarrables consecuencias, especialmente, para los países de la Unión Europea.
No se trata solamente de recibir esta multitud de gente sino de ofrecerles vivienda; proporcionarles servicios de salud; oportunidad de educación; insertarlos en una sociedad a la que no pertenecen cultural ni socialmente, muy lejos del lenguaje y creencias que conforman su identidad árabe, musulmán y anti cristiana en muchos casos. Ubicarlos en el mercado laboral en el cual, debido a su bajo nivel o escasa educación, una mayoría de ellos sobrevivirán formando parte de una economía informal o de actividades ilícitas.
Detrás de esta cruel migración humana hay sectores que se benefician económicamente. Cobran importantes sumas de dinero para transportar a estas personas de forma ilegal obligándolos a deshacerse de sus documentos de identidad: les arrancan su subjetividad; los objetivizan como viles productos mercantiles.
Habría que preguntarse cuál organización o entidad está detrás de esta inhumana migración. Me pregunto si el Estado Islámico participa de este éxodo con el fin de movilizar a una parte de la población árabe hacia Europa y lograr una mayor participación poblacional en el viejo continente, ejerciendo, de esta forma, un control sobre ellos según los intereses de esta organización criminal.