Brexit: la decisión de la mayoría

Carlos Rodríguez Nichols

Esta mañana Europa amaneció con una histórica noticia: Gran Bretaña, una de las economías más fuertes de la Unión Europea y del mundo, abandona el club de naciones europeas después de meses en una feroz campaña a favor y en contra de su permanencia. Un proceso que polarizó al electorado, y marcó al Reino Unido con el asesinato de una sus parlamentarias en manos de un fanático nacionalista. Durante este proceso electoral, los partidarios de la permanencia en la UE pronosticaron una catástrofe política y económica para Gran Bretaña y Europa. En la otra vereda, los euro escépticos apuestan por una Gran Bretaña soberana e independiente de las medidas implementadas por Bruselas.

El proceso electoral llegó a su fin. Ahora, hay que afrontar esta decisión con medidas realistas que afecten, en la menor medida posible, a tirios y troyanos. Negociaciones que deben de ser conducidas en términos pacíficos, amigables y lejos de reacciones histéricas, con el fin de poder lograr unas relaciones políticas y económicas lo mayormente efectivas para en Reino Unido, las naciones europeas y en resto del mundo: un divorcio amigable entre Gran Bretaña y la Unión Europea es lo más conveniente para el Reino Unido y para las economías europeas.

El resultado del referéndum del Reino Unido de salir de la Unión Europea debe de servir para que el club de naciones reflexione y reestructure las políticas de Bruselas que, en los últimos años, han fortalecido un espíritu anti europeísta y euro escéptico. La crisis de los refugiados y especialmente el deficiente y contradictorio manejo de la comunidad a este flagelo humanitario, es una realidad que ha empañado la eficacia de las política llevadas a cabo por la UE.

La Unión Europea debe de brindar a sus miembros comunitarios una mayor seguridad y mejores posibilidades de crecimiento económico. Si no, la salida de Gran Bretaña puede causar una suerte de efecto dominó donde otros países miembros de la comunidad abandonen el club de naciones; creando, de esta forma, un posible desequilibrio de poder continental y una desintegración de la unidad de Europa, cuyos pilares fundamentales son la seguridad  y la interacción de sus economías.

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