Carlos Rodríguez Nichols
Según las últimas encuestas, la candidata demócrata aventaja por casi diez puntos porcentuales a su rival republicano; una estrepitosa diferencia que se debe no tanto a las fortalezas de Clinton como a la desbocada personalidad del magnate neoyorkino.
Hillary Clinton, innegablemente, tiene una vasta experiencia política. Como abogada tuvo un lugar relevante en el caso Watergate: un capítulo vergonzoso de la historia estadounidense, en que el presidente Nixon se vio obligado a dimitir. Su admirable performance en esta escandalosa trama, le abrió una serie de caminos que ella astutamente ha sabido recorrer. Su matrimonio con Bill Clinton, considerado por la opinión pública una suerte de asociación política más que una habitual pareja matrimonial, le posibilitó desarrollarse como Primera Dama. Posteriormente, debido a su capacidad intelectual fue electa senadora de Nueva York y luego Secretaria de Estado durante la primera administración Obama, hasta convertirse actualmente en la primera mujer candidata a la presidencia de Estados Unidos. No obstante, Hillary, a pesar de sus logros personales y su sobresaliente carrera profesional cuenta en su entorno con anticuerpos que la descalifican.
Más allá de los éxitos como Secretaria de Estado, pesa sobre sus hombros una serie de pasos en falso que desvalorizan su labor en el ámbito internacional. Entre ellos, vale mencionar la postura ambivalente respecto a Libia después del derrocamiento de Gadafi orquestada por las naciones occidentales. Asimismo, su rol en el desarrollo del conflicto sirio dista del liderazgo esperado de alguien que aspira a comandar la primera potencia munbdial, y a quien se señala de haber cometido torpezas tanto de forma como de fondo en el manejo de información confidencial. Erratas que han sido magnificadas y sacadas de contexto por sus rivales aspirantes a ocupar la Casa Blanca.
Pero, si hay algo que enturbia la candidatura de Hillary es nada menos que la Fundación Clinton. Una organización creada a finales de la década de los noventa, con fines no lucrativos, a favor de los sectores más necesitados a nivel global. Aparte de los beneficios obtenidos por la Fundación durante estos últimos veinte años, se le achaca a la candidata demócrata el hecho de que gran parte de los dos mil millones de dólares recaudados provienen de gobiernos extranjeros y de identidades internacionales muy cercanas a la familia Clinton y a sus asesores mientras ella se desempeñó como Secretaria de Estado: una realidad que ha producido una imagen negativa de la candidata y juega en contra de sus aspiraciones presidenciales.
No cabe la menor duda que las falencias e inexperiencia de Donald Trump en la arena política doméstica e internacional favorecen a la señora Clinton. Si Hillary Clinton consigue ser elegida la primer presidente de Estados Unidos se debe en gran parte a sus atributos personales y profesionales, pero también a los constantes desaciertos y equívocos cometidos por su rival político republicano.