Carlos Rodríguez Nichols
Ya no queda nada de aquella izquierda progresista de los años setenta representada en intelectuales y artistas que apostaron por la línea ideológica marxista-leninista de la Unión Soviética. Movimiento ideológico que se desdibujó con el desplome de la potencia comunista a finales de los años ochenta, marcando una orfandad y una pérdida de identidad filosófica en la izquierda a nivel mundial.
A raíz de este derrumbamiento y consecuentemente del final de la Guerra Fría, el péndulo económico e ideológico se movió abruptamente hacia la derecha, hacia un neoliberalismo que causó la globalización del capitalismo. El capital y el libre mercado rompieron las fronteras del mundo, produciendo en muchos casos un capitalismo salvaje donde un sector muy reducido de la población se enriqueció desproporcionadamente en relación a la gran mayoría: una parte nada desdeñable del grueso de la humanidad se quedó fuera del crecimiento y de las oportunidades que le ofrece a algunos el capitalismo globalizado.
El gran error de la izquierda es insistir en un modelo económico que se desgastó al punto de sufrir una desvalorización de sus fundamentos. Prueba de esto, es la antigua Unión Soviética que resurgió como la Federación Rusa con una línea ideológica diametralmente opuesta al antiguo régimen comunista. La Rusia de Putin no se asemeja en nada a la dictadura estalinista ni a la autocracia de sus sucesores. Quedan vestigios de aquel comunismo de los años setenta, que no solamente han fracasado económicamente sino que se han enlodado en abusos de poder y corrupción de sus gobernantes, como es el caso del enriquecimiento desmedido de la familia Kirchner en Argentina, Ortega en Nicaragua y obviamente los Castro en Cuba.
La izquierda debe de alejarse de aquel discurso venenoso de clases e intransigente con aquellos que difieren de su línea de pensamiento. En lugar de intentar sovietizar de nuevo el mundo, más bien se debe luchar por el auge y prosperidad de los pueblos. No se trata de dogmatizar con el concepto de desigualdad de las personas, sino en todo caso de reducir las enormes diferencias de la gente ofreciendo los mismos derechos y oportunidades de educación y salud a hombres, mujeres y niños.
Existe una realidad y es que la gran mayoría de las naciones están inmersas en un sistema capitalista. La izquierda luchando insistentemente contra el sistema y la globalización no tiene una línea progresista de pensamiento; al contrario se ha convertido en una izquierda anacrónica y recalcitrante.