Carlos Rodríguez Nichols
Admirado por muchos y odiado por otros, Vladimir Putin logró sentar a Rusia a la mesa de las grandes potencias mundiales. En el último lustro consolidó el poder de Moscú a escala inimaginable dos décadas atrás debido al éxito en el conflicto sirio.
Contrario a las previsiones de los supuestos paladines de Occidente, el dictador Bashar al Assad continúa al mando de Siria después de ochos años de guerra frente a organizaciones terroristas auspiciadas por el sector ultraconservador religioso saudí, movimiento extremista orquestado por los príncipes de Riad con el apoyo de las potencias occidentales, sin más, hicieron de Siria el campo de batalla de potencias rivales como en tiempos de la Guerra Fría.
Indudable paralelismo con la realidad actual de Venezuela donde Moscú protege sus millonarios intereses a capa y espada. Según datos oficiales, Caracas debe aproximadamente siete mil millones de dólares al Estado ruso y casi diez billones a China. Cifras que condicionan la permanencia de Moscú y Pekín en Venezuela. Tanto en el conflicto sirio como el caos venezolano, Putin hace caso omiso a las infructuosas amenazas de Occidente, y, aún más, dobla la apuesta favoreciendo el posicionamiento de Moscú en ambas naciones petroleras. Es decir, no hay sanción económica que impida el avance de Rusia en Oriente Próximo, África y Latinoamérica. Claro, esto no se logra sin el apoyo de China que al igual que Moscú tiene intereses imperialistas a escala mundial.
En Europa, Pekín se fortalece ante el desequilibrio del Reino Unido y la polarización ideológica que carcomen la institucionalidad democrática, en gran medida, debido a la infiltración electoral del Kremlin. Trama que involucra espionaje, chantajes y obscuras negociaciones para beneficiar a los aliados de Moscú, es decir, a los títeres oficiales del Jefe de Estado ruso y su argolla de oligarcas. Para ello, se vale de medios desinformativos que descalifican a todo aquel opuesto al proyecto expansionista ruso. Inescrupulosos políticos que con tal de ascender al poder se prestan a estas danzas putinescas, sin importar la hostilidad de Rusia hacia la nación que gobiernan. Una vez más, la democracia es la gran víctima de este recóndito ajedrez que contamina los procesos democráticos electorales; contubernios que cuentan con el apoyo de organizaciones al margen de la ley y agencias de contraespionaje.
Según los servicios de inteligencia internacionales, el Kremlin intercedió en el referendo del Brexit así como a favor de la candidata fascista Marine Penn en las últimas elecciones francesas. También tuvo injerencia en las revueltas callejeras de Cataluña y recientemente sirvió como anclaje al candidato de Vox, el partido ultraderechista español. No obstante, las políticas infiltracioncitas del Kremlin no siempre logran los resultados esperados. Le Penn fue derrotada en las urnas y Santiago Abascal obtuvo un desastroso resultado en las elecciones generales de España, saldos muy inferiores a lo esperado. Pero, independiente del producto final, la estrategia rusa es desestabilizar el engranaje democrático europeo.
Con este propósito, el Kremlin se vale de “carismáticas” figuras políticas para llevar a cabo esta suerte de proselitismo internacional. Entre ellas, Steven Bannon cerebro de la pasada campaña presidencial estadounidense y eje del renacer neofascista europeo, actualmente, infiltrado en organizaciones ultraderechistas con miras a las elecciones de eurodiputados el próximo 26 de mayo. El fin es expandir los tentáculos fascistas a escala mundial. Bolsonaro en Brasil es claro ejemplo de esto dicho.
Así, Putin y su círculo de influencias ejercen control a nivel internacional. Control que no se limita exclusivamente al aparato estatal ruso, Crimea y las naciones circundantes. Su proyecto es reconquistar la gloria imperial rusa, y el poder mundial que ostentó la extinta Unión Soviética durante décadas de Guerra Fría. ¡Putin, indistintamente de ser alabado por muchos o maldecido por millones alrededor del mundo, es sin duda uno de los grandes estrategas de la política mundial contemporánea!