Carlos Rodríguez Nichols
Las transformaciones socioculturales llevadas a cabo en las últimas décadas han reestructurado los roles del hombre, la mujer y de la familia tradicional, dando lugar a diferentes formas de agrupamientos filiares: mujeres jefas de hogar, monoparentales o del mismo sexo. En otras palabras, el núcleo familiar sufrió un cambio distributivo que alteró la potestad del hombre como padre autoritario, y el de la mujer como madre subordinada a la ley masculina.
La gradual borradura del hombre macho-alfa, en contraposición al paulatino empoderamiento de la mujer, dio origen a la emancipación de éstas en el colectivo social: se convirtieron en ciudadanas con voz y voto, aportando una nueva visión de lo femenino; no solamente de la feminidad sino también del feminismo como movimiento sociopolítico. Así, lo femenino permeó los diferentes estratos y géneros de la sociedad, transformando el imaginario del hombre-macho, incapaz de mostrar cualquier rasgo de sensibilidad, hacia una nueva versión de masculinidad: hombre culto y más refinado capaz de sentir emociones y expresar sus propias flaquezas personales.
Las huellas de lo femenino no solo se plasmaron en los hombres y mujeres heterosexuales. También, a raíz de esta feminización social, se abrieron espacios a las poblaciones homosexuales, hasta entonces, denigradas al exilio social de forma inenarrable. El homosexual dejó de ser blanco de burlas y desprecio para ocupar un lugar de reconocimiento por sus talentos, principalmente en áreas intelectuales y artísticas. La figura del homosexual como escoria social evolucionó a la de ser humano poseedor del talente masculino y, al mismo tiempo, de la sensibilidad dícese femenina. Incluso, podría ser entendido como una suerte de tercer sexo que exige respeto, al igual que otras manifestaciones de la sexualidad humana.
A este punto, cabe preguntarse si ¿la nueva visión de lo femenino y el actual rol de la mujer en la sociedad moderna tuvo repercusión en la expansión del homosexualismo de las últimas décadas; lo que los sectores más reaccionarios consideran la homosexualización de la sociedad contemporánea?
Sin duda la caída del macho recalcitrante, dueño y señor del engranaje social, tuvo un fuerte impacto en el imaginario de masculinidad. Por otro lado, el reposicionamiento de la mujer tanto en el hogar como en la fuerza laboral, configuraron una nueva ruta a nivel antropológico y cultural; reestructuración social que incluye a la población homosexual.
El homosexualismo no es un patrón de conducta exclusivo de la sociedades post modernas. La homosexualidad ha existido a lo largo de la historia. No obstante, el hecho de tener más aceptación social ha permitido mayor libertad para expresar la propia identidad, la verdadera naturaleza en términos cualitativos. Identidad atravesada por una multiplicidad de factores: encadenamiento de variables biológicas, genéticas, hormonales y neuroquímicas a nivel prenatal, sumado a un contexto socio-familiar que facilitaría el desarrollo de las tendencias homosexuales. Sin duda, el entorno social es uno de los agentes facilitadores, pero no el elemento si ne qua non en la construcción homosexual. Si fuese así, entonces, la homosexualidad sería producto meramente de la influencia del contexto social o de situaciones externas al sujeto, y no de la distintiva naturaleza homosexual del individuo.
Si se apuesta por la teoría neuropsicosocial del origen del homosexualismo, entonces, no habría cabida a la obtusa visión de homosexualización de la sociedad contemporánea, que tanto proclaman los grupos reaccionarios. Organizaciones políticas y eclesiásticas que radicalizan a sus adeptos con teorías que abogan únicamente por construcciones sociales del pasado, es decir, la estructura de familia tradicional.
Difícilmente, las transformaciones sociológicas “involucionan” al pasado. En todo caso, habría que educar a las nuevas generaciones a aceptar la diversidad e igualdad de géneros. Algo que se esperaría de los hombres y mujeres del siglo 21 en pleno auge de la ciencia, investigación, tecnología y progresos cibernéticos: momento histórico en que impera la razón sobre el mito y la ficción, y la lógica racional supera a las fábulas milenarias, instituidas durante siglos de civilización.
La sociedad contemporánea no se ha homosexualizado como incitan y evangelizan extremistas y conservadores; en todo caso, ha vivido una modificación de los roles del hombre y la mujer, dando lugar al fortalecimiento de lo femenino y al declive del machismo en tanto imagen y autoridad social. Todo esto ha “facilitado” la convivencia de las minorías, y mayor respeto a las divergencias de pensamiento.
